viernes, 6 de noviembre de 2009

Agarrate de los brasitos de tu bergere

porque voy a decir algo sabio. Cada dia tiene cosas buenas y cosas malas.
Ayer no pude leer, pero ayudé a Claudio en sus pcr e hice monitos de plasticina.
Fuimos a una fiesta que resultó mucho mejor de lo que nadie esperaba, y aparte de los diplomas basura genericos que nos dieron (o que ME dieron), hubo regalos utiles (no como el del anuario, no, menos humillante). Hubo baile, lo que me frustró un poco, hubo vino, que fue bueno. Pero al salir yo pensaba que ibamos a alguna parte y seguir, y no. Y me tuve que ir al lado del viejo rojo, para que nadie se fuera con el, que tiene siempre ese olor a colonia asqueroso.

Y llegué a la casa e hice mis ejercicios, como se suponía que los hiciera y no como los había hecho el martes. Y quedé agotado. Soy el chanchito aguirre, parece. Pero de aquí a dos años cambiará me parece. Quiero poder hacer cosas bakánes con mi cuerpo. Y estar sentado y no sentirme como una bolsa. Y trabajo para eso.

El problema es que está siempre la sombra de la indiferencia al lado. Como que como carne cuando quiero. Fumo cuando quiero (aunque ayer no debí, me dolía la garganta en la noche, y probáblemente me cague la carrera por el cuerpo decente en la que estoy), y probablemente, diga, "hey, esta weá tambien da lo mismo." Y no quiero. Quiero poder tener 60 y andar bien.

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