lunes, 2 de abril de 2012

Acabo de estornudar

y un eco metálico y terrorífico de geometrías que el hombre no está hecho para entender rebota en mis paredes. Mientras escribo como, por supuesto, y el chasquido de mi lengua me devuelve un eco metálico. Aplaudo.

Cuando era chico, íbamos a la plaza de armas de Concepción. Ahi hay una pérgola de esas para que las bandas toquen, que casi siempre está vacía. La mayoría de las veces está abierta y uno puede entrar. Hay algo que se pierde cuando uno crece, o algo que se gana. Hay algo que cambia que hace que en la mayoría de las cosas uno no pueda disfrutar del mismo estímulo muchas veces seguidas. Cuando chico pasaba ratos larguísimos en esa pérgola pisoteando el suelo, aplaudiendo y gritando, para escuchar este eco.

quizas es que tengo abiertas las ventanas y el edificio que se construye en frente alcanzó la altura adecuada. quizas el reordenamiento de la casa. Pero estas cosas estaban ayer, pienso, y el viernes y quizas antes.

Ha habido tanto silencio que no he escuchado un eco evidente?

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