miércoles, 10 de noviembre de 2010

Olvidar es un regalo

Quizas a mnemon, quizas a ti mismo.

Pero en general nunca he logrado olvidar mucho, lo que es una mierda en muchas ocasiones y es bakán en otras.

El Otro dia pasó algo que casi olvido. Un recuerdo que se hundía y volvía a reflotar como una bolsa con aire en un water.

Detrás mio venía un loco. Yo iba caminando por una calle que salía de montenegro y que llevaba a la casa de Zen, y venía detrás mio. Uno de los locos que más miedo me dan, los locos que lloran. Son siempre peores que los que gritan, porque uno sabe con esos que no se puede poner peor. Pero los que lloran, uno espera que en algun momento se vuelvan de verdad locos o que murmuren quizas algo que te haga entender. Y ese es el miedo que dan los locos, el siempre pasado a caca miedo de que en realidad les creas en un momento y te agarren como alguien ahogandose.

Y luego no. No era un loco. Decía cosas como que no se podía quedar en esa casa de mierda. gritaba. Pedía perdon por gritar. Hablaba con cariño. Y hablaba por un manos libres. Pero eso no me hizo sentir más comodo.

Hay un efecto que produce no escuchar. Creo que es porque no estamos acostumbrados a no escuchar todo el tiempo. Cuando pasamos un tiempo con los oidos en musica somos más propensos a shacer esos sonidos horribles que nunca haríamos si pudieramos escucharnos. Como niños que desaparecen al taparse los ojos.

Pero esto era algo mucho mayor. Era como cuando la dani puso en altavoz al tipo que le decía "en serio quieres terminar conmigo?". Era estar demasiado en contacto con una situación insoportablemente íntima. Yo si me pondría a ver gente teniendo sexo o viviendo normalmente, pero esconderme para escuchar pelear o escuchar llorar me parece asqueroso. Y eso pasaba. Yo estaba escondido de ese hombre por su propia tecnología. Y estaba escuchandolo pelear y llorar e irse de su casa.

1 comentario: