miércoles, 30 de septiembre de 2009

Los disparos rebotan en el camión.

Quizas siempre lo han hecho, y ciertamente siempre lo han hecho desde que tengo memoria. Ahora el sonido del rebote es desagradable porque nos indica que si abrimos las puertas correremos un destino similar al de Fuego.

Fuego fue quien me enseñó a defenderme de los perros de los Reales y luego a cazarlos. Creo que ella ayudó a diseñar tambien el paraguas de caza tan util para esta taréa. No estoy seguro.

Pensandolo bien, el ritmo de los disparos se parece tambien a la musica de Fuego, que solía tocar en su taller cuando yo y mi cuadrilla de recolección ibamos. Nos decía que eramos su cuadrilla favorita, y quizas era así. El camión derrapa y sigue. Nosotros nos mantenemos firmes, mientras el cuerpo que fue de Fuego rueda irregularmente.

Abro la escotilla y lanzo un arpón. Cierro la escotilla antes de saber si logré algo. La ausencia de un choque me desanima. Tab, Vid y Al están tan serias como yo, pero las conozco y se asustan tanto como antes. Los Reales son persistentes y nos hemos quedado acá más del tiempo necesario. Vid mira por el ojo espía toma la palanca y me mira, como si necesitara reafirmación. No le indico nada y ella jala de la palanca. Derrape y un choque. Un corto rebote de balas y abro la escotilla.

Uno de los moviles Reales se acopló con un gancho al camión y un agente sube por el tenso cable. Cierro la escotilla y espero un momento. Mientras el escalador esté ahí, estamos protegidos. Les informo a las demás sobre la situación. Al sugiere el plan y me pasa el arpón duro. Tab coge el cortador, Vid me indica donde está el auto. Abro la escotilla y disparo al conductor al mismo tiempo que vid corta el cable. El arpón cruza el visor del movil, el escalador cae al camino y cerramos la escotilla. No escuchamos el sonido porque el arpon nos ha dejado sordos por un tiempo, pero estamos seguros de que sonó. Nos abrazamos y nuestra alegría dura hasta que en la siguiente curva el cuerpo de Fuego sale de debajo de un implemento.

Hoy cenaremos bien y contaremos historias que seguiran como canciones y no necesitarán ser contadas acá. Su vida inspirará a crear y usar la inteligencia al combatir. Su muerte enseñará a los que vienen que se está atento o se está muerto. Y que los Reales siempre vuelven. Y que hay que moverse pronto.

Hoy movemos el nido y doblamos los talleres para que quepan en el camión. Hoy viajamos afuera, colgados o en el techo, fragiles. Tomaría tan poco reducirnos a nada en ese momento...

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