lunes, 14 de mayo de 2012

Nest

La casa había estado abandonada por un par de años, y quienes entraban solo ponían lo que no tenían corazón para botar y la leña. La ordenamos y cada cosa que levantabamos revelaba otra zona llena de mierda de rata. Como si esto no fuera suficiente, el techo estaba lleno de mierda. Mierda de paloma que teníamos que erradicar tapando los hoyos de entrada y limpiando los nidos. Iba a ser nuestra casa. Después de años de intentar otras cosas, habíamos vuelto al terreno de los abuelos y tomamos para nosotros una de las casas que nuestros familiares no habían usado realmente. Es dificil imaginarse a priori lo que puede lograr el desinterés de las personas y simultaneamente el interés de las palomas. Es dificil imaginar que pasa después de varios años, como se hacen nidos en las esquinas, como la paja y la mierda se fusionan en un solo materíal que se vuelve polvo al retirarlo. Es dificil imaginar lo indefenso de los pichones, la sensación de un pichón en la mano como se siente el corazón batiente a través de los guantes de trabajo. Un pichón es un corazón que grita y aletéa sin mucha insistencia en tus manos. Lanzamos los pichones a su suerte por la ventana, sabiendo que los matabamos de esa forma, pero no pudiendo degollarlos ahí mismo. Quizas los perros que se soltaban en la noche los matarían por nosotros. No nos dimos cuenta como se hizo oscuro afuera. Un golpe en el techo nos indicó el regreso de las palomas. Un miedo irracional me invadió, me sentí como un ladrón al escuchar un auto entrar donde robo. Los chicos golpearon el techo y se escuchó un ruido de alas. Un golpe seco y un retumbar fue lo siguiente. La casa tembló. Un hoyo en el techo y mi hermano ensangrentado (¿su sangre?) que cae de la tabla que lo soporta al fragil suelo del entretecho y cae desde el techo al suelo del primer piso. Yo corro y sin saber como, bajo rapidamente hasta el primer piso para ayudar a mi hermano. Al salir vi los cadaveres de los perros llenos de plumas. Al girarme para ver que hacía ese ruido horrible e indescriptible y ver la imposible nube de pajaros embistiendo la casa, un madero (u otra cosa) golpeó mi frente. Despierto entre plumas, en un terreno que no reconozco.

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