jueves, 29 de octubre de 2009

Más luz y menos agua.

Y más moscas.
Después de una noche inquieta, de cuatro noches creyendo (quizas) que el avión en el que voy se va a caer, despierto cansado para darme una ducha incómoda y fria.

La mañana tiene más luz, evidentemente, pero la tarde y la noche también. Hay nueva iluminación en las paredes. Felipe estudia, y mientras yo leo a kandinsky o a cortazar, o a mcewan, o a gaiman o a faulkner o un poquito de todos ultimamente.

Me lavo más los dientes. Me corto menos las uñas, porque me las estoy comiendo.

Trato de comer menos y me tomo un par de sopas para uno para que me ayuden. Y lo hacen. Mis onces (horas de te? nunca supoe si la gente de conce le decía once, si la gente pobre le decía once o si mi familia le decía once, pero yo lo decía, quizas por las 3) son austeras; un liquido sin o con un azucar dos rebanadas de pan, una fruta. Trato de no comer nada a la cena, aunque ayer comí un cuenquito con papifree.

Siento mucha tentación de volver a jugar juegos de computador, volver a fumar, volver a comer carne acá (porque en estados unidos comí) y no hay verdaderas razones de por que no hacerlo.
Así que no lo hago. Por un rato. Vamos a ver como funciona este intento de rutina mejorativa, y los ejercicios que hago, que van avanzando lentamente.

Veamos que sale de todo esto. Por ahora son un hombre con una sonrisa inquieta y una tendencia a olvidarse de donde está cuando lee. Trato tambien de no comer helado ni chocolate, pero creo que eso se acaba ya.

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