martes, 25 de mayo de 2010

Alcantarillas de Chile

La señora me dice que tiene que tomar la micro D06 que lleva al colegio Alcantarilla de Chile. No se si no tengo corazón para decirle o si me da verguenza. Como empezar, de partida. ¿Un pedagógico y paternalista "¿Seguro que se llama alcantarilla?"? Me imagino como molestan los otros niños de Las Condes a los Alcantarillenses, que son los primeros a quienes apuntan cuando hay un mal olor o algo sucio que nadie sabe quien dejó por ahí.

También me da un poco de pena que se haya dirigido a mi, que no invento cuando me piden indicaciones como un adolescente en una prueba de desarrollo para la que no estudió. Y esta vez se. "la D06 no pasa por acá" le digo. "Pasa la D11, D15, D20, y la D18 que no se donde para pero pasa".
No me atrevo a decirle que el colegio no se llama así, quizas porque fue victima de una terrible broma. Me explica que va a buscar trabajo. La mancha de unguento en una irritación en la cara no es la mejor carta de presentación, pienso sin poder evitarlo, sintiendo algo de culpa.

Me cuenta que ya fue una vez, que la llevó una amiga y que está en el lugar correcto. Es ahí cuando mi guata da un flip 540º y me doy cuenta de que es lo que me ha molestado todo este rato. La gente subterranea ha vuelto a contactarme. Reconozco en ella algunos de los gestos que vi en ese hombre que salía de la rejilla de ventilación del metro. El olor del departamento bajo tierra (y sobre los estacionamientos) de el bandejón central de escuela militar.

Mi micro llega y me voy corriendo. El dia es un poco más solitario que los otros, pero los dias siguientes me devuelven a la normalidad. Por un par de días un poco más de propina y le doy limosna a todo lo que pida, para mantener las energías corriendo.

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