domingo, 15 de enero de 2012

Voy y vuelvo

de valparaiso alemanes de ida y franceses de vuelta y me apena un poquito no saber esos idiomas porque podría espiarlos, los turistas hablan tan fuerte. Me hace creer que ven poco del lugar, su hablar fuerte, como si fueran a buscar fondos para sus fotos.

Vuelvo contento de valpo, de ver a esa familia que me quiere tanto y que nunca veo, pero la tia rosa (que no es una tia, sino una amiga de la angela) está ahí y nos caga la onda a mi y al carli. Se ve como una vieja adicta al crack y la heroina, con esa mirada hambrienta de los mendigos que te pide que hagas contacto y te lo sigue pidiendo cuando tratas de decir algo, y tu desvìas la mirada sintiendo "ya no hay nada que te pueda dar, para de pedirme" y sabes, porque ves de reojo, que la mirada sigue en ti, quizas un poco decepcionada cuando es culpa de ellos. Te ofrece weás todo el rato, te pregunta si estás aburrido, si tienes frio, si quieres algo, te cuestiona tus negativas y te insiste en todas las weás.

Es extraño como la voy a recordar más a ella que al resto del fin de semana cotidiano de volver a ser un adolescente, donde no pagué ni un pan, ni lavé un plato y seguí ritmos estúpidos de dormir y despertar.

Vuelvo bien, pero aburrido, y siento que necesito lo espectacular, cosas evidentemente maravillosas.

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