Como colgamos los calcetines en esos espacios que sobran del que usan las poleras, asi el destino prepara estos encuentros.
Tu caminas por los vagones y yo sentado te saludo o yo camino y tu en bicicleta me pasas.
Conversamos, aliviados de no tener que gastar tiempo de otras cosas para habernos vuelto a ver y agradecidos de que nos hayamos visto.
Porque nos queremos tanto.
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El dinero o la vida - dijo, blandiendo el cuchillo.
El viajero suspiro cansado - bueno, nací en una pequeña aldea al sur de la capital de esta provincia...
Dejando a un lado el cuchillo (pero a la mano, claro), el bandido-cronista anotó otra interesante vida de las que pasaban por ese concurrido camino.
intenté postear algo ingenioso, lo aseguro... pero la estupefacción se apoderó de mí el tiempo suficiente para permitirme sólo esta mediocridad.
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