Era facil cuando era joven, asi que intentelo de nuevo y lo comprobará.
Así como hay olores que suben, que van hacia arriba, como el proverbial humito saliendo de un queque, o las lineas subiendo de un pescado, hay olores que bajan, pero que no estamos acostumbrados a percibir.
La razón de esta interesante omisión es que nuestras narices apuntan hacia abajo, como un embudo con la parte ancha hacia abajo y sin entrada por la parte delgada, haciendo que los olores que bajan se deslicen en el "efecto paraguas".
Basta con que haga la prueba, dese la vuelta, y si sus brazos ya no son lo que eran, deje su cabeza caer desde un lado de la cama y pase un truzo de miel por la altura e sus labios, o agite un libro arriba con el brazo extendido. Sentirá esos olores que aún no han sido descritos, que por milenios el ser humano no ha experimentado.
(Como segundo efecto interesante, puede ver como el olor se cae de su nariz al ponerse usted en su posición habitual, desapareciendo sin dejar rastro)
He estado pensando harto si podría pararme de cabeza últimamente (¡antes de leer esto!), principalmente porque siempre que me apoyo como si fuera a pararme de cabeza me duele la muñeca después de las fracturas. Igual no he tratado, y me da cosa, porque no lo he hecho en años y nunca fui bueno para esas cosas. Tampoco podía subir esos fierros (¿cómo se llamaban?) en las canchas de mi colegio.
ResponderEliminarMe acuerdo de que cuando teníamos clases de gimnasia, había una fuente media fea, pero con peces, que al rato se ponía muy sucia. Ahí teníamos que hacer abdominales y cosas así.
Que cuico un colegio con fuente (que más encima tiene peces!).
ResponderEliminarSiempre creí que esos fierros verticales se llamaban "fierros" igual que esa cuerda para escalar se llamaba "cuerda".
Me acordé que les decían trepas (y una búsqueda en google revela que en facebook la gente hace grupos para decir que no pudieron nunca subirlas).
ResponderEliminarLa fuente era horrible y el colegio no tenía nada de cuico la verdad. No sé por qué tratas siempre de tener esa impresión.
En mi colegio nunca tuve que subir una cuerda para escalar eso sí, aunque creo que me habría costado menos que una trepa.